New year resolution.....
Vaya por delante que mi tendencia metrosexual está, con diferencia, mucho menos desarrollada que, por ejemplo, mi alopecia.
No obstante, el 30 de diciembre pasado me apunté, por primera vez en mi vida, a un gimnasio. ¿Qué me llevo a tomar tal decisión?
a) Mi vida es tan sedentaria que haría palidecer de envidia a cualquier estatua.
b) Fumo mucho más de lo que le gustaría a las Autoridades Sanitarias
c) Tengo forma de planeta
Mi primer día en el gimnasio podría haber inspirado varias escenas de cualquier capítulo de Mr Bean.
Mi monitora (a la que yo hablo de usted, aunque todos se dirigen a ella como Laurita) extendió sobre la mesa un formulario con datos básicos sobre mi salud (tensión, altura, peso, enfermedades conocidas, etc.) que rellené sin mayor complicación. Pero había un reverso en el formulario (el reverso tenebroso, lo he sabido después) en el que yo debía indicar mis aspiraciones: perder peso, musculación, relajación, elasticidad, reflejos, etc. Marqué todas las casillas (yo soy así de chulo) y acordamos que en mi siguiente visita tendría a mi disposición mi, ojo al dato, “plan de entrenamiento personal”.
Esa Nochevieja cené como si al día siguiente lo fueran a prohibir.
Y allí estaba yo el dos de enero con mis zapatillas, mi chándal, mi camiseta (5 por 10 euros en Decathlon, haceos una idea del tejido) y poco más. Por razones evidentes no llevaba cinta para el pelo y por razones menos evidentes no llevaba (error) un desfibrilador.
Recogí mi ficha y por un momento pensé que sin darme cuenta había marcado alguna casilla para que me entregaran mi plan de entrenamiento personal en idioma distinto al español, puesto que hay tablillas de arcilla caldea muchísimo más comprensibles:
Leg extensión 3 x 15
Shoulder press 3 x 15
Chest press 3 x 15
Leg curl 3 x 15
Bíceps en mancuerna 3 x 15
Y “asín” sucesivamente.
Lo único que estaba en español era “30 minutos de ejercicios aeróbicos”. Así que, armándome de valor, pregunté a la monitora a qué tipo de ejercicios hacía referencia.
- Pues está claro, Fidelín, 30 minutos seguidos en cualquiera de esos aparatos…..
…. me dijo mostrándome bicicletas estáticas, cintas de correr y lo que a la vuelta de 4 meses he identificado como bicicletas elípticas.
Comencé con una de las bicicletas estáticas, que al menos me resultan familiares en lo que a su funcionamiento se refiere.
Una vez programado el aparato en tiempo y potencia (cosa que no resulta fácil salvo que seas un ingeniero de la NASA) comencé a pedalear alegremente. Incluso con mucha mas fuerza y velocidad de las necesarias para ese primer día.
Mas o menos 45 segundos mas tarde, espoleado por los atroces calambres que recorrían mis piernas, decidí que era el momento de pasarme a la cinta de correr: esto parecía fácil. Nota mental: no volver a sacar conclusiones anticipadas. Nota mental 2: Jamás Fidelín ¡¡¡ jamás ¡!!! vuelvas a pulsar el botón “Pendiente”
Al hacerlo, la cinta, que hasta ese momento se mantenía en un plano paralelo a lo que viene siendo el propio suelo del gimnasio y a una velocidad constante de 4 k/h (lo que despertaba la hilaridad de alguna que otra octogenaria con osteoporosis que se encontraba a mi lado, en cintas similares a la mía, pero el doble de rápido) multiplicó por 3 su velocidad y, como si de una lanzadera espacial se tratara, elevó su ángulo de forma claramente peligrosa. La ventana que tenía frente a mí se alejaba vertiginosamente lo que me obligó a correr mucho más rápido para no ser expelido por la fuerza centrífuga, centrípeta, o incluso ambas a la vez.
De reojo, mientras comenzaba a sudar copiosamente, escrutaba de soslayo y un cierto anhelo un inmenso botón rojo marcado con STOP. Tentado de pulsarlo lo pensé dos veces porque:
a) Tal vez estaba conectado a algún tipo de sirena y todas las personas que se encontraban en el recinto podían responder al efecto llamada.
b) Si eso hubiera sucedido, pocas cosas hubieran sido más humillantes que ver a todas esas personas formar un corro a mi alrededor y jalearme (mi sentido del ridículo es directamente proporcional a mi sudoración)
c) Un parón excesivamente súbito podría, simple y llanamente, descoyuntarme.
Mientras tanto, luchaba denodadamente por no alejarme de la ventana. Pensaba que detrás de mí se estaba abriendo algún tipo de vórtice espacio-temporal que me absorbía…… hasta que de pronto “Recuperación”. La inclinación de la cinta desapareció lentamente y la velocidad disminuyó hasta mis anhelados 4 k/h. Fueron, sin lugar a duda, los 2 minutos más angustiosos de mi vida.
Hoy, después de mas de 4 meses y una asombrosa reducción en mi peso que ronda los 250 gramos (antes del bocata lomo que me voy a envainar en breves momentos), recuerdo con cariño aquellos días ……
No obstante, el 30 de diciembre pasado me apunté, por primera vez en mi vida, a un gimnasio. ¿Qué me llevo a tomar tal decisión?
a) Mi vida es tan sedentaria que haría palidecer de envidia a cualquier estatua.
b) Fumo mucho más de lo que le gustaría a las Autoridades Sanitarias
c) Tengo forma de planeta
Mi primer día en el gimnasio podría haber inspirado varias escenas de cualquier capítulo de Mr Bean.
Mi monitora (a la que yo hablo de usted, aunque todos se dirigen a ella como Laurita) extendió sobre la mesa un formulario con datos básicos sobre mi salud (tensión, altura, peso, enfermedades conocidas, etc.) que rellené sin mayor complicación. Pero había un reverso en el formulario (el reverso tenebroso, lo he sabido después) en el que yo debía indicar mis aspiraciones: perder peso, musculación, relajación, elasticidad, reflejos, etc. Marqué todas las casillas (yo soy así de chulo) y acordamos que en mi siguiente visita tendría a mi disposición mi, ojo al dato, “plan de entrenamiento personal”.
Esa Nochevieja cené como si al día siguiente lo fueran a prohibir.
Y allí estaba yo el dos de enero con mis zapatillas, mi chándal, mi camiseta (5 por 10 euros en Decathlon, haceos una idea del tejido) y poco más. Por razones evidentes no llevaba cinta para el pelo y por razones menos evidentes no llevaba (error) un desfibrilador.
Recogí mi ficha y por un momento pensé que sin darme cuenta había marcado alguna casilla para que me entregaran mi plan de entrenamiento personal en idioma distinto al español, puesto que hay tablillas de arcilla caldea muchísimo más comprensibles:
Leg extensión 3 x 15
Shoulder press 3 x 15
Chest press 3 x 15
Leg curl 3 x 15
Bíceps en mancuerna 3 x 15
Y “asín” sucesivamente.
Lo único que estaba en español era “30 minutos de ejercicios aeróbicos”. Así que, armándome de valor, pregunté a la monitora a qué tipo de ejercicios hacía referencia.
- Pues está claro, Fidelín, 30 minutos seguidos en cualquiera de esos aparatos…..
…. me dijo mostrándome bicicletas estáticas, cintas de correr y lo que a la vuelta de 4 meses he identificado como bicicletas elípticas.
Comencé con una de las bicicletas estáticas, que al menos me resultan familiares en lo que a su funcionamiento se refiere.
Una vez programado el aparato en tiempo y potencia (cosa que no resulta fácil salvo que seas un ingeniero de la NASA) comencé a pedalear alegremente. Incluso con mucha mas fuerza y velocidad de las necesarias para ese primer día.
Mas o menos 45 segundos mas tarde, espoleado por los atroces calambres que recorrían mis piernas, decidí que era el momento de pasarme a la cinta de correr: esto parecía fácil. Nota mental: no volver a sacar conclusiones anticipadas. Nota mental 2: Jamás Fidelín ¡¡¡ jamás ¡!!! vuelvas a pulsar el botón “Pendiente”
Al hacerlo, la cinta, que hasta ese momento se mantenía en un plano paralelo a lo que viene siendo el propio suelo del gimnasio y a una velocidad constante de 4 k/h (lo que despertaba la hilaridad de alguna que otra octogenaria con osteoporosis que se encontraba a mi lado, en cintas similares a la mía, pero el doble de rápido) multiplicó por 3 su velocidad y, como si de una lanzadera espacial se tratara, elevó su ángulo de forma claramente peligrosa. La ventana que tenía frente a mí se alejaba vertiginosamente lo que me obligó a correr mucho más rápido para no ser expelido por la fuerza centrífuga, centrípeta, o incluso ambas a la vez.
De reojo, mientras comenzaba a sudar copiosamente, escrutaba de soslayo y un cierto anhelo un inmenso botón rojo marcado con STOP. Tentado de pulsarlo lo pensé dos veces porque:
a) Tal vez estaba conectado a algún tipo de sirena y todas las personas que se encontraban en el recinto podían responder al efecto llamada.
b) Si eso hubiera sucedido, pocas cosas hubieran sido más humillantes que ver a todas esas personas formar un corro a mi alrededor y jalearme (mi sentido del ridículo es directamente proporcional a mi sudoración)
c) Un parón excesivamente súbito podría, simple y llanamente, descoyuntarme.
Mientras tanto, luchaba denodadamente por no alejarme de la ventana. Pensaba que detrás de mí se estaba abriendo algún tipo de vórtice espacio-temporal que me absorbía…… hasta que de pronto “Recuperación”. La inclinación de la cinta desapareció lentamente y la velocidad disminuyó hasta mis anhelados 4 k/h. Fueron, sin lugar a duda, los 2 minutos más angustiosos de mi vida.
Hoy, después de mas de 4 meses y una asombrosa reducción en mi peso que ronda los 250 gramos (antes del bocata lomo que me voy a envainar en breves momentos), recuerdo con cariño aquellos días ……
11 comentarios:
Ufff pobrecito mio! Te entiendo perfectamente Fidelio, y mira que a mi me gusta probarlo todo, que si bodypump, bodysculpt,gap, powerboxe...ahi va la nena, a experimentar con el cuerpo! Pero se acabó! tengo la solución! Me presento a Xtreme MakeOver (Cambio Radical) programita de mierda copiado de,como no, los yankees, pero que oye! en 4 semanas me dejan como a Valeria Maza!....(en tu caso seria George Clooney!?).
Estoy deseando leer la segunda parte de tu aventura en el gimnasio...que será esta vez? Porfavor, dime que te metiste en la clase de aerobic!!
Ay, qué bien has hecho abriendo un blog!!!!
Qué bueno.
Y en tu gimnasio no te llaman "cari" o "chiqui"? En el mío si!!!! Chincha rabincha!!!!!!!!!
miralo aqui: http://loleando.blogspot.com/2007/01/hop-hop-hop.html
Me metí en la clase de aerobic. Pero solo para ver chicas sudaditas..... Aún hay clases, Connie, aún hay clases. Estaba especiamente interesado en ver botar a una del gimnasio que siempre va con camiseta de hockey de la selección argentina y faldita, pero tal y como me temía esa chica no suda. Solo va a lucirse ....
Gracias Colette, la verdad es que le estoy pillando el punto. Gracias a lol y tí.
Lol, jajajajajaja. El día que en el gimnasio me digan "ese culito que no pase hambre" será señal de que he alcanzado el nirvana de la metrosexualidad.
me parto....y me encanta.
Para cuando la próxima?
anónimo ... coming soon la segunda parte de las memorias de un metrosexual .... garantizo emociones "fuettes"....
Estimado Fidelio:
Constato con interés su evolución hacia la perfección (que es la característica primordial de la esfera), a pesar de sus esfuerzos con el dichoso aerobic. Cuídese, que el ejercicio puede ser fatal para la salud. Yo, como usted, voy convirtiéndome en planeta, concretamente en Saturno. Lo digo no solo por una cierta melancolía de base que arrastro, sino porque recuerdo la famosa observación que en su día hizo Galileo y de la que dejó constancia en un anagrama: “Altissimum planetam tergeminum observavi” (observé que el planeta más alejado era triple). Lo de triple venía porque su telescopio casero tenía muy mala resolución y tomó los anillos de Cassini (que por aquel entonces no eran aun propiedad de Cassini) por dos cuerpos celestes que le acompañaban.
Hoy en día sabemos que son anillos, lo que los franceses (inventores de la guía Michelin) llamarían elegantemente “poignées d’amour”. En eso también voy pareciéndome a Saturno.
No solo va usted en pos de la forma ideal y arquetípica, sino que además creo que puede aportar mucho a nuestra cultura occidental. Piense en los grandes señores samurai, con su delicada calva y su aristocrática barriga. Lo primero imitado por vasallos menores y peludos, lo otro, epítome de la perfección en emulación de Maitreya en la India o Hotei en Japón. Aquí le dejo una foto de Hotei, a uno de los shichi fukujin (siete dioses felices) y portador de buena suerte:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/c/c5/Hotei_one_of_the_seven_Gods_of_good_fortune.jpg/180px-Hotei_one_of_the_seven_Gods_of_good_fortune.jpg
En fin que puede instaurar usted una nueva moda no ya de metro o über sexual (que son demasiado postmodernos) sino de Hoteisexual (de hot, caliente en inglés).
Se me ha olvidado ya lo que quería decirle al principio, pero aprovecho para desearle lo mejor en su blog, que seguiré con sumo interés.
Que Dios guarde a usted muchos años. Atentamente suyo siempre,
H. Lobo
Jolines, no me salió el enlace entero. Bueno, busque usted en la wiki a Hotei y verá que guapo era.
Lobo
Lobo, si algo le faltaba al blog era su presencia. Gracias.
Creo que me voy a dar a la leche condensada porque Hotei representa un ideal de belleza tan válido como cualquier otro. El hecho de que esté a medio camino entre MA (el del Equipo A), Bud Spencer y el Hermano Remigio (de El nombre de la Rosa) no resta contundencia a mi aseveración.
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