No voy a decir el nombre, no vaya a ser que este vulnerando alguna legislación y me metan un puro, que bastante tengo con la leche que me he comprado en este sitio, de procedencia desconocida (quiero pensar, al menos, que hay una vaca al principio del proceso. Con deciros que me conformo con que sea un toro …..).
Baste decir que su nombre suena parecido a “Líder” (creo que con esta pista he conculcado al menos tres o cuatro Reales Decretos y ya soy merecedor del puro, de haberlo).
Cerca de la ofi y sin problemas de aparcamiento. Para que arrastre mi palmito a un lugar de estos, son estas dos las condiciones “sine die” o “sine quanum” o “dies irae” o “in hoc signo vincis” (sé que uno de estos latinajos procede, pero nunca recuerdo cual. Nota mental: releer Qvo Vadis).
Ya ha sido chocante la primera experiencia, que denominaremos “la puta monedita”. Si amigos: ni de euro ni de 50 céntimos, con lo que el maravilloso mundo del carro me ha estado, de entrada, vedado. Inasequible al desaliento, me adentro en el súper con la esperanza, tal vez vana, de que hubiera alguna caja vacía que se dignara a cambiarme. Craso error: lo que estaba vacío era el “celebro” de las dos cajeras a las que he preguntado. O al menos vacío de capacidad comprensiva del castellano: miro sus nombres en las chapitas que penden de sus camisetas que un día, cuando la Tierra era joven, fueron blancas: Patrycja y Marysienka.
Imagino que mis ojos, que en esos momentos parecían los de Heidi cuando iba a empezar a llorar, así, como haciendo circulitos, enterneció el corazón del vigilante jurado, Przemyslaw, que en un casi perfecto castellano me da un llaverito de plástico de esos tipicos de las taquillas y me dice “mete esto en lugar de la moneda, el carro sale” ¡¡¡flipo!!! ¡¡¡funciona!!! Nota mental 2: probarlo en los supermercados al uso Alcanto, Carreful y Mercamona.
Con energías renovadas tras esta revelación y tarareando una Mazurca de Chopin como sentido homenaje a los empleados de aquel establecimiento, me adentré en los inextricables pasillos del mismo, con mi boli y mi listita, muy en mi línea.
Algo iba mal. No acertaba a determinar exactamente a que obedecía el creciente desasosiego que pugnaba por salir al exterior en forma de sirena-de-las-de-refugiarse-en-el-metro-que-están-bombardeando. Lo descubrí al llegar a la sección de refrescos donde, en mi ignorancia, pretendía adquirir unas cocacolas. NINGUNA MARCA CONOCIDA. No podía dar crédito a mis ojos. Sin embargo aquella circunstancia se repetía en todos y cada uno de los estantes a los que, casi desesperado, me dirigía: ¿dónde estaban las galletas Chiquilín? ¿Dónde el queso Burgo de Arias? ¿Por qué las pizzas de Casa Tarradellas habían desaparecido? ¿Por qué aquella especie de lija sustituía a mi amado papel higiénico Colhogar? ¿Y mi leche Asturiana enriquecida con Calcio y Vitamina C? ¿Et tu, Don Limpio?
Casi como un oasis en medio del desierto se mostró ante mis ojos un tubo de Binaca, que adquirí como si se tratara del Santo Grial. La pasta de dientes, y una cajita de pastillas de sacarina (digo yo, porque en el bote dice en perfecto portugués “AdoÇamte do ciclamato do sodio, 1200 pastilhas” Nueva nota mental: escuchar un cd de Amalia Rodrígues o, en su defecto, releer a Camoens). Puedo endulzar los cafés de media Asia durante al menos un lustro.
Al dirigirme a la caja reparo (y bien sabe Dios que mi xenofobia es incluso menor que mi capacidad de salto de pértiga), que o bien había sido abducido y trasladado por arte de magia a algún país al que se llega, forzosamente, vía Mozambique o había pasado por alto algún cartel con el mensaje “prohibido a caucásicos”. Os garantizo que hay gente más pálida en Dar Es Salaam.
Por supuesto, no aceptaban tarjetas. He tenido que dejar de nuevo la caña de pescar que me había comprado por 4,95 .....
Me voy echando chispas al Ahorra Más. Ya os contaré…..
Baste decir que su nombre suena parecido a “Líder” (creo que con esta pista he conculcado al menos tres o cuatro Reales Decretos y ya soy merecedor del puro, de haberlo).
Cerca de la ofi y sin problemas de aparcamiento. Para que arrastre mi palmito a un lugar de estos, son estas dos las condiciones “sine die” o “sine quanum” o “dies irae” o “in hoc signo vincis” (sé que uno de estos latinajos procede, pero nunca recuerdo cual. Nota mental: releer Qvo Vadis).
Ya ha sido chocante la primera experiencia, que denominaremos “la puta monedita”. Si amigos: ni de euro ni de 50 céntimos, con lo que el maravilloso mundo del carro me ha estado, de entrada, vedado. Inasequible al desaliento, me adentro en el súper con la esperanza, tal vez vana, de que hubiera alguna caja vacía que se dignara a cambiarme. Craso error: lo que estaba vacío era el “celebro” de las dos cajeras a las que he preguntado. O al menos vacío de capacidad comprensiva del castellano: miro sus nombres en las chapitas que penden de sus camisetas que un día, cuando la Tierra era joven, fueron blancas: Patrycja y Marysienka.
Imagino que mis ojos, que en esos momentos parecían los de Heidi cuando iba a empezar a llorar, así, como haciendo circulitos, enterneció el corazón del vigilante jurado, Przemyslaw, que en un casi perfecto castellano me da un llaverito de plástico de esos tipicos de las taquillas y me dice “mete esto en lugar de la moneda, el carro sale” ¡¡¡flipo!!! ¡¡¡funciona!!! Nota mental 2: probarlo en los supermercados al uso Alcanto, Carreful y Mercamona.
Con energías renovadas tras esta revelación y tarareando una Mazurca de Chopin como sentido homenaje a los empleados de aquel establecimiento, me adentré en los inextricables pasillos del mismo, con mi boli y mi listita, muy en mi línea.
Algo iba mal. No acertaba a determinar exactamente a que obedecía el creciente desasosiego que pugnaba por salir al exterior en forma de sirena-de-las-de-refugiarse-en-el-metro-que-están-bombardeando. Lo descubrí al llegar a la sección de refrescos donde, en mi ignorancia, pretendía adquirir unas cocacolas. NINGUNA MARCA CONOCIDA. No podía dar crédito a mis ojos. Sin embargo aquella circunstancia se repetía en todos y cada uno de los estantes a los que, casi desesperado, me dirigía: ¿dónde estaban las galletas Chiquilín? ¿Dónde el queso Burgo de Arias? ¿Por qué las pizzas de Casa Tarradellas habían desaparecido? ¿Por qué aquella especie de lija sustituía a mi amado papel higiénico Colhogar? ¿Y mi leche Asturiana enriquecida con Calcio y Vitamina C? ¿Et tu, Don Limpio?
Casi como un oasis en medio del desierto se mostró ante mis ojos un tubo de Binaca, que adquirí como si se tratara del Santo Grial. La pasta de dientes, y una cajita de pastillas de sacarina (digo yo, porque en el bote dice en perfecto portugués “AdoÇamte do ciclamato do sodio, 1200 pastilhas” Nueva nota mental: escuchar un cd de Amalia Rodrígues o, en su defecto, releer a Camoens). Puedo endulzar los cafés de media Asia durante al menos un lustro.
Al dirigirme a la caja reparo (y bien sabe Dios que mi xenofobia es incluso menor que mi capacidad de salto de pértiga), que o bien había sido abducido y trasladado por arte de magia a algún país al que se llega, forzosamente, vía Mozambique o había pasado por alto algún cartel con el mensaje “prohibido a caucásicos”. Os garantizo que hay gente más pálida en Dar Es Salaam.
Por supuesto, no aceptaban tarjetas. He tenido que dejar de nuevo la caña de pescar que me había comprado por 4,95 .....
Me voy echando chispas al Ahorra Más. Ya os contaré…..
(dedicado a Jorge, que ya te lo debía ....)
9 comentarios:
Fidelio, estoy intrigada con el Líder, hace años que no voy a ninguno, sobre todo a mi favorito, que está en San Bernardo. Es uno de los supers que más me gustan, aunque no sé cómo habrá ido evolucionando.
Pero ¿sabes? hay otros que se llaman algo así como "Today" que, sí venden marcas conocidas y tienen la suya propia, que dice ser "buena". No quiero decirte, el frío, que he pasado cada vez que he ido en invierno (e iba con abrigo ¡y sin quitármelo!). Y menos aún, aunque sí lo diré, la sorpresa que me encontré en el fondo de una latita de alcachofas (marda Today), justo al dejar caer el contenido del bote, había un "dulce" gusanito, que poco más, que acabo ¡catapultando dicho bote! del horror que me dio ¡No he vuelto a comer alcachofas en lata!
Pues mira, yo adoro esa tienda. Me encanta que esté todo tan manga por hombro.
Este verano, escalando en el Tarn, cuando los 345ªC de temperatura no nos dejaban ni movernos, nos íbamos a ese súper y nos sentábamos en el suelo a debatir qué lata de atún nos interesaba más llevarnos. Así pasábamos los mediosdias fresquitos, e impedíamos nuestra muerte por asfixia.
Talue!
Milady, ¿no hay gusanito en las botellas de mezcal? ¡pues lo mismo! Si es que estamos de un fino ....
Lol, querida, has probado poco los sobaos pasiegos del Lidl. Eso sí, con tal de estar fresquito ... ¡¡ coño, ahora entiendo porque había tanto africano !!
Pues a mi no me gusta el sitio ese. Demasiado caos todo junto.
Pero vamos, no es una mania particular, quizá porque no he vivido guerra ni escasez de alimentos, no me proporciona especial placer acudir a los supermercados y grandes superficies,
Gente que te atropella con el carro, ruido sin parar, todo lleno de gente, marujas aceleradas y con muy mala leche, reponedores sin carnet de conducir....quita por Dios!!
Prefiero yo la tiendecita pequeña de toda la vida y si no es posible entonces que viva internet y las compras a distancia!
Yo estoy con Colette en preferir la tienda de toda la vida, con señora con bata que te hace las cuentas en un trocito de cartón, y que cuando te da las vueltas dice "ochenta y cinco, y estas quince, ciento".
Y si no tengo mas remedio que acudir a grandes superficies, que también tienen muchísimas ventajas, en horario raro porque 30 minutos exactos después de entrar me empieza el agobio y soy capaz de dejar un carro lleno en medio de un pasillo y pirarme. Compras pre-navideñas, expresamente prohibidas por mi cardiólogo.
De todas formas, Colette, mona, a ver si te crees que yo he vivido las cartillas de racionamiento. Que tú acabes de pasar la pubertad no significa que los demás no seamos también teenagers.
Os dejo, que me voy a colgar un póster de Rebelde Way .....
Uy, por Dios, cuánta susceptibilidad!!!
Que no iba con segundas Fidelio querido, si ya me he enterado de que acabas de cumplir doce añitos de nada, que me lo has contado en mi blog...
... y mi madre ya me deja cruzar solito la calle.
Si es que esto de la edad me está afectando últimamente, querida Colette.
¿seguirá a la venta el Gerovital aquél de la Dra. Aslan?
¡Oh querido Fidelio! disculpe, pero no había caído nunca, en que encontrarse gusanos en las latas, fuese tan fino. Lo tendré en cuenta, la próxima ensalda para usted, pediré: "que por favor: con gusano incluído, a ser posible".
Jajajaja. Es todo una cuestión cultural, Milady. Imagino que en esos países asiáticos donde hay puestos en los que venden polillas fritas (similares a los que tenemos aquí vendiendo chufas, por ejemplo), se escandalizan al pensar que comemos gambas y angulas. No hay que irse muy lejos tampoco: ¿cuánta gente considera espantoso comer higadillos, criadillas o zarajos?
Un gusanito, al fin y al cabo, seguro que da un aporte proteínico importante.....
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