No me bajo en Atocha

Pues eso.

Que parafraseando a Sabina, pero al revés, vengo a decir que he dejado Madrid. Que ni Tirso de Molina, ni Sol, ni Gran Vía ni Tribunal.

Que seguramente lo hago con 20 años de retraso. Que ha sido demasiado el tiempo que he contenido, contra natura, esta sangre nómada que los Fidelio llevamos en las venas. Que siempre quise ir a L.A. y no me ha hecho falta cruzar el mar.

Que no voy a decir que estos 20 años han sido perdidos, porque 20 años si es mucho. Y lo escribo con la mirada serena, no febril.

Que compendian triunfos y carcajadas. Ojos en los que nunca volveré a mirarme. Auténticos momentos de felicidad, situaciones inmensas robadas a la eternidad. Piel de ángel y también de lija. Horrores y Errores (ambos con mayúsculas). Zozobras, inconsistencias y desorientaciones. También perseverancia, inmutabilidad, tedio, creación. Y casi todo lo prosaico, y lo banal, y lo inocuo. Y algo de lo inicuo. Y esas cosas que emergen de las profundidades inefables del alma, pues tambien

Que aunque solo sea porque estas dos décadas me han regalado a Nacho y a Lucía volvería a vivirlas. De forma perenne. Una suerte de Sísifo todo a cien, pero tangible.

Que todos y cada uno de los momentos de estos 240 meses han sido únicos, irrepetibles, grandiosos. Y míos joder, no solo porque conforman mi existencia sino porque ha sido a mí a quien le ha tocado vivirlos. Y a veces generarlos. Y a veces recrearlos. Míos, míos, míos.

Que no cambiaría por todo el oro del mundo ni uno solo de estos 7300 atardeceres por mucho que haya algunos que he olvidado, y algunos mas que quisiera olvidar.

Que no voy a romper nunca el cordón umbilical, pero que puedo gritar un “que te den, Magerit” Y que a pesar de todo te busco en las noticias y te llamo “mi pueblo”.

Que hoy no hablo de mis nuevas latitudes. Ni de mis nuevos latidos.

Que tiempo habrá.

Que te veo el viernes. Pero que YA no me bajo en Atocha.

Bye for now….