Este fin de semana lo ha sido de “reencuentro”.
No solo porque siguiendo la recomendación de Lol me he leído el libro de Fred Uhlman que lleva por título “Reencuentro” y que es simple y llanamente una joya (no tuve más remedio que mandar un sms a
Este fin de semana lo ha sido de “reencuentro”.
No solo porque siguiendo la recomendación de Lol me he leído el libro de Fred Uhlman que lleva por título “Reencuentro” y que es simple y llanamente una joya (no tuve más remedio que mandar un sms a
Viaje relámpago por tema de trabajo a Alicante, no programado. Ayer me fui a medio día y ya estoy aquí. Y la premura en la obtención de los billetes de avión junto con el imposible aplazamiento del viaje ha dado como resultado que he ido en Primera, Preferente, top one, first class, privilege, executive, business class o como queráis llamarlo.
Si amiguitos: he pertenecido por unas horas a esa élite agasajada de forma perenne por la inmarcesible sonrisa de la aeromoza, que dicen en los culebrones. Hoy he sido yo quien he degustado anacardos vetados a la plebe. He leído prensa deportiva negada a la famélica legión de las filas 6 y ss. Hoy, esa medianoche de Camembert reservada a la flor y nota del pasaje ha sido mía. Hoy he sido yo el que, con gesto displicente, he rehusado una almohada tan solo digna de la creme de la creme de la aviación civil (por supuesto enarcando una ceja al más puro estilo Carlos Sobera y con un gesto de autosuficiencia y naturalidad que me ha provocado arcadas a “pi pispo”).
Las putas 3 horas de espera en el El Altet hasta poder pillar el primer avión que me trajera a casa (me río yo de la “vuelta abierta”) no las voy a comentar, ni la mancha en la camisa del Whopper del Burger del aeropuerto. Ni tampoco que he empleado esas horas en redactar a mano un informe de auditoría (joer, no me acordaba de cómo se cogía un boli).
Y ahora, para que veáis que soy sensible, momento síndrome de Stendhal: la preciosa luna llena que nos ha acompañado todo el viaje, la hemos disfrutado por igual el piloto, la clase preferente y el gallinero.
¡aleluya!
Yo quería reflexionar sobre las grandes cuestiones de la humanidad: ¿hay vida después de la muerte? ¿por qué se extinguieron los dinosaurios? La decadencia de valores en la familia ¿propiciará el fin de la humanidad? ¿qué piensan en Heilsinki del calentamiento global? ¿se pueden lograr unos abdominales de anuncio partiendo de mi situación actual?
Y eso.
Pero mi reflexión ha girado invariablemente en torno a dos grandes cuestiones a las que no encuentro explicación plausible y, de forma recurrente, me planteo: las mangas de camisa obstinadas y la escala cromática de la pelusa umbilical. Cuestiones que quiero compartir con vosotros y paso a relatar.
1/ Las mangas de camisa obstinadas (The stubborn sleeves)
Pongo la lavadora. Dentro, sin distinción de colores, hay camisas, ropa interior, toallas, pantalones, etc. Las camisas hechas una pelotilla pero:
a) sin abotonar
b) al derecho
c) con las mangas no remangadas
Programa 4. Agua fría o máximo 30 grados. Suavizante. Y a esperar.
Pues bien, de cuando en cuando me sucede que cuando saco la ropa de la lavadora para tenderla alguna de las camisas sale con una de las mangas al revés. Solo una. Y extendida completamente, sin dobleces en puños ni nada de eso. Como si un trasgo de esos estuviera en el tambor de mi lavadora
Y no lo entiendo. Porque lleno la lavadora bastante y ni el proceso de lavado ni el de centrifugado me parecen lo suficientemente intensos para lograr eso.
A mi lo que me gustaría es que, igual que hay documentales en los que se ha grabado al feto pestañeando en el útero materno, o como los espermatozoides fecundan un óvulo, o como se aparean los peces abisales, alguien (del National Geographic o algo así) registrara el momento en que la manga se da la vuelta. Así, en cámara muy lenta.
Y si ese momento se acompaña con El Danubio azul, en plan 2001 Odisea del Espacio cuando con esa música las naves espaciales “bailaban”, pues miel sobre hojuelas.
(Nota Mental: Tener una conversación con alguna de las personas inteligentes que conozco y que me cuente el motivo de que se considere esa película una obra maestra y, sobre todo, que me expliquen de qué va lo del monolito. Y charlar sobre que pensaría Constantino Romero doblando a HAL 9000).
2/ La escala cromática de la pelusa umbilical y alguna que otra consideración sobre lo que viene siendo la propia pelusa (The chromatic scale of the umbilical fluff and several considerations around what come being the fluff itself).
Sin que sea una obsesión para mí, me considero un tío limpio. Vamos, que la higiene es parte de mi día a día. Al menos una ducha diaria, cepillado de dientes, sin las uñas negras, y esas cosas. Sin embargo ha quedado patente que cuando gano peso y esta tableta de chocolate que tengo por abdominales deja de ser perpendicular al suelo, el fenómeno de la formación pelusil-umbilical se da con cierta frecuencia. Este fenómeno me lleva a enunciar el siguiente axioma: la formación de pelusa umbilical es directamente proporcional a la tableta de chocolate (Nestle) e inversamente proporcional (irónico) a la tableta de chocolate (abdominales Jean Claud).
Mas, y he ahí el misterio, con independencia de que la ropa que me quite sea una camisa blanca, un jersey azul o una camiseta verde ¡el color de la pelusa es, invariablemente, gris marengo!
No acierto a entenderlo.
Sería altamente recomendable que el mismo cámara que logre filmar la manga obstinada del punto 1 y que luego lo reproduce a cámara lenta, haga lo mismo con la formación pelusil y que luego lo reproduzca a cámara rápida, como esas filmaciones de un capullo floreciendo con las nubes pasando a toda caña por encima. No sabría que banda sonora elegir: La alegoría de la primavera de Stravinsky o a lo mejor la banda sonora de La muerte tenía un precio. Pensaré sobre ello.
(Nota mental 2: Cuando la conversación sobre 2001 no de para más, discutir acerca de cómo hubiera tratado este asunto Gaughin).
Y en esas reflexiones me hallo. Lo que decía Holderlin: un mendigo …..
Todo lo que importa es ella
acercándose al castillo de popa,
donde la copa de vino se mezcla con el sextante.
Cruje el dosel de la cama,
donde nuestros cuerpos van a venerarse
después de un encuentro de siglos.
Todo lo que importa es la inmortalidad de esta noche
cargada de astros, pero más luceros sus ojos.
Sí, su piel atraviesa los meridianos de mi cuerpo de marino.
Sí, mi boca tiene en sus labios el puerto de destino.
Es un extracto de una poesía que se titula "Cuatrocientos dos años" que forma parte de un libro de poemas que se llama "Lunas de Hiparco".
El autor es un excelente poeta, un ser humano especial, cargado de magia y una excelente persona.
Y además es mi hermano.